sábado, 19 de diciembre de 2009

Encaje de bolillos

Ángelo, Alvaro, Hugo, Constan, Mateo, Yañez

Cuando estamos preparando el maratón, tenemos en mente los entrenamientos, miramos por la ventana el tiempo, que hace, y el que va hacer en las próximas horas. También debemos compaginarlo con las actividades diarias.

Los sábados, es uno de estos días, que tengo que encajar las piezas, para poder llegar a todo y a tiempo, aunque siempre algo se pierde por el camino. Como norma suelo entrenar antes de ir a la Escuela de Trialón. Este fue diferente, ante las predicciones meteorológicas, que se presumían para el sábado, y la cercanía de las vacaciones navideñas, lo dejé todo según amaneciera.

La nieve y la lluvia (esta última hizo acto de presencia el viernes noche), ni aparecieron, así que a las 10:30 comenzaba en la Escuela; Carmelo se queda con el grupo de los pequeños, y yo marcho con los mayores, dirección al Pantano. Desde el principio, el frió se apodera de los dedos, que creo que se me van a partir (suerte que nos cruzamos con Miguel Tomas y Pedro Luis, siendo este último el que me deja otro par de guantes); los caminos están embarrados, así que cogemos el carreterin de los pico patos, y a una distancia prudente empezamos a volvernos, por otro camino de vuelta, con el aire, esta vez de cara. La marcha se hace mas lenta, y cuando el daban las doce y cuarto habíamos regresado.

La segunda parte del día iba a comenzar, dejo la bici y realizo un rodaje de diez kilómetros en la pista, de forma progresiva, al principio, con el frió dentro de los huesos y agarrotado, con articular los paso me bastaba, para terminar en progresión según avanzaban los miles.

En definitiva, para preparar una carrera, hay que sacar el tiempo de donde sea, modificando la agenda si es preciso, para esperar buenos resultados.

Una vez concluida la sesión matutina

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