sábado, 11 de abril de 2009

El corazón funcionaba, las piernas no


A través de la ventana se veía el sol, pero en la puerta el frió acechaba, cambiamos la indumentaria de verano por la de invierno, y volvemos a los orígenes de los entrenamientos de largas distancias. Pedro Luís, Miguel Tomas y el que escribe, cuando el reloj marcaba las nueve treinta nos poníamos en movimiento.

La avenida Príncipe Alfonso, nos indicaba que el aire lo tendríamos presente, y el camino Santa María sería el que nos frenara para vuelta. Cuarenta y siete minutos mas tarde cambiamos el sentido de la marcha para regresar al punto de partida.

La vuelta sabía que se me iba hacer larga, porque las piernas no funcionaban en condiciones, y el corazón estaba a pleno rendimiento, marcando pulsaciones de competición en un rodaje que marchaba por encima de los cinco minutos. Mis compañeros de aventura, como es normal en estos caso fueron en progresión, terminando el recorrido siete minutos antes de mi llegada.

Durante el transcurso de la vuelta pude comprobar que media lo mismo, porque tarde idéntico tiempo en la ida que en la vuelta.

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